SABINES ES MERO MILAGRIENTO

HASTA ONDE NO SE PARA LO ANDAN MIROJEANDO

No me la pase usted a creer, pero a Juan Sabines no se le fue el avión el día en que el senado entregó el premio Belisario Domínguez a Miguel Ángel Granados Chapa. No.

Salió puntual, bien emperifolladito, tal cual lo exigía la circunstancia. Pero ¡oh, impredecible destino! Debido al mal tiempo imperante, el avión en el que viajaba Sabines Guerrero, fue desviado al aeropuerto de Toluca. A los chicos y chicas de la prensa los jondearon hasta Acapulco.

Todas sus solicitudes de ser transportado al DF, intentando, contra su costumbre,  llegar a tiempo a la ceremonia oficiaría Felipe calderón, le fueron denegadas, por cuestión de seguridad. No se sabe si en fectro querían protegerlo o fastidiarlo.

Los representantes de los medios tuvieron que regresar a Chiapas, sin haber cumplido con su encomienda, luego de aventarse unos tacos y unos chescos de gorrita en el aeropuerto de Acapulco.

El misterio: ¿Por qué Arely, que marchaba en la misma caravana,  sí pudo llegar a la ceremonia y, en  cambio, Juan no?

El detalle (¿casual? avivó los rumores de la inminente  remoción de Sabines Guerrero. Dejaría la gubernatura y marcharía como embajador a la madre patria. Dicen.

Lo más chingón: pese a su sonada ausencia, notoria falta de asistencia, Juan Sebastián Solís, reportero de Televisa, aseguró en su nota  que Juan había estado hasta mero adelante (no hasta atrás, nótese) presente en la sede senatorial.

¿De a cómo no?

 

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